Fragmento
del capítulo I
Del
libro: Hacia la creatividad cuántica
Autora: Lilia Morales y Mori
Recién había cumplido
13 años cuando mi hermano pequeño dejó su cuna, como le habían comprado una
hermosa recámara, supuse que ya no usaría su antigua camita, así qué con
serrucho en mano, me dispuse a cortar el mueble en pedacitos. La madera
resultante la usaría para hacer un tablero y las piezas de un juego que tenía
en mente, el gusto no me duró mucho tiempo porque mi mamá me descubrió en tan
lamentable acción, bastante molesta me aplicó un fuerte regaño, el castigo en
cambio no me resultó tan terrible, estaría encerrada en mi habitación sin salir
a jugar durante dos semanas. Como los primeros días no se me ocurrió nada,
decidí leer algunos artículos de la revista “Selecciones” que en aquella época
era muy popular, en casa la recibíamos con el correo y yo la coleccionaba. De
una de sus páginas, la fotografía de un ramillete de flores me llamó la
atención, la corola de las inflorescencias parecía crecer hasta el infinito, y
eso me dio una idea. Dibujaría los pétalos de la flor, pero el dibujo estaría
sometido a ciertas reglas. Iniciaría con una inflorescencia muy simple
compuesta por tres pétalos, representados por tres líneas en el centro de una
circunferencia. (figura 14). Cada línea a su vez, crecería de la misma forma
extendiéndose en círculos hasta el infinito.
Figura 14. Desarrollo de una
inflorescencia fractal
Tracé el dibujo en
una cartulina, tuve que comenzarlo varias veces porque al aumentar los
círculos, la cantidad de pétalos o rayas, crecía de forma alarmante y terminaban
apretujándose todas las líneas. De hecho, sólo pude dibujar una flor de siete
círculos con 192 rayas (figura 15), pronto me di cuenta que en el siguiente
círculo debía dibujar 384 rayitas, en ese momento me di por vencida y no por
falta de paciencia, sino porqué necesitaba duplicar o triplicar el tamaño de la
cartulina para qué se pudiera apreciar la interesante figura que se estaba
formando.
Figura 15. Inflorescencia
fractal
Como había observado que
en cada círculo se duplicaba la cantidad de rayitas del círculo anterior
(figura 16), pensé que existiría un método sencillo de saber por ejemplo,
cuantas rayitas contendría el círculo 325.
Figura 16. Relaciones periódicas de una inflorescencia
de 3 pétalos
Me tomó varios días
de mi obligado encierro desarrollar una fórmula, yo no era experta en fórmulas,
ni los soy ahora, pero con cierto entusiasmo, sentido común y un poco de
lógica, llegué al siguiente argumento.
Fórmula:
·
Denominé “R” a la cantidad de
rayas por círculo
·
Denominé “c” al círculo que
contiene a R
La fórmula para
encontrar la cantidad de rayas por círculo quedó así:
R= 3(2) (c-1)
Para saber si estaba
en lo correcto, probé la fórmula con los números del cuadro que ya conocía y en
efecto funcionó. Aplicando la fórmula para saber cuántas rayas puede contener
por ejemplo, el círculo 20, lo primero fue restar:
·
c-1 = 20-1 = 19
·
2 elevado a la potencia 19 =
524288
·
524288 X 3 = 1572864
El número de rayitas
que debería contener el número 20, era monstruoso, nada menos que la cantidad
de: un millón quinientos setenta y dos mil ochocientos sesenta y cuatro.
Efectivamente era una flor de pétalos infinitos. Por supuesto, después de ver
el resultado del cálculo anterior, ni siquiera intenté encontrar la cantidad de
rayitas que puede contener por ejemplo, el círculo 325. Este hermoso universo
creado de la nada, me mantuvo bastante entretenida los días restantes.
Cuando se es
observador, se adquiere la capacidad de descubrir cosas que de lo contrario
podrían pasar desapercibidas. Así que debo volver a la figura 16 para apreciar la
existencia de un patrón regular que se repite cada cuatro eventos. Los números que
se repiten lo hacen en las terminaciones de: 6, 2, 4 y 8 (ver en la figura 16
las líneas de A, B, C, y D). Cuando descubrí esta curiosa relación, me pareció
más bella la figura de la flor de pétalos infinitos, y más aún cuando me percaté
que la suma de los números que acompañan la terminación de 6, siempre suman 9 o
0 (por ejemplo: 1536, sumamos los números previos al 6 = 1+5+3 = 9 si
eliminamos el 9, nos queda 0). Los números que acompañan a la terminación 2
siempre suman 1 (por ejemplo: 3072, 3+7 = 10 y 1+0 = 1). Los números que
acompañan a la terminación 4 siempre suman 2 (por ejemplo: 6144, 6+1+4 = 11 y
1+1 = 2). Los números que acompañan a la terminación 8 siempre suman 4 (por
ejemplo 12288, 1+2+2+8 = 13 y 1+3 = 4).
Hasta aquí mi asombro
era indescriptible, aunque aún me faltaba una última observación. Al ver
detenidamente los primeros cuatro números de la serie, sin contar el 3, vi que
el 6, 12, 24 y 48 indicaban en su inicio, la suma que contendrían siempre los
números anteriores a dicha terminación, que sería siempre: 0, 1, 2 o 4. De ser
esto cierto, el número 1572864 que había encontrado para el número de rayas del
círculo 20, por ser de terminación 4, sus números previos debían de sumar 2.
Veamos: 1+5+7+2+8+6 = 2 ¡Esto me pareció sorprendente!
Con el tiempo
llegaría a descubrir otros patrones numéricos que recrean universos
maravillosos a través de los fractales. Para traducir la naturaleza de los
seres vivos y del universo, es necesario encontrar el código oculto de sus
números. Somos habitantes de un espacio numérico intangible, donde deambulan
las formas atrapadas en modelos dinámicos, ellas son producto inherente de
sucesos que se repiten con una periodicidad asombrosa, dotada casi siempre de
extraordinaria complejidad y belleza.
(Continuará)
Nota: El
índice de los capítulos de "Hacia la creatividad cuántica" se
encuentra en el cintillo izquierdo del blog.
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